Las placas de inducción, tal y como pasa con lavadoras y lavavajillas, y a diferencia de frigos y campanas de extracción de humos, son ligeramente menos dadas a contar con diseños espectaculares. Pero sería muy injusto decir que no los hay, porque sí que existen.
Vitrocerámicas para todos los gustos
En concreto las de cierto tipo de placa, y estoy pensando en las de FlexInducción, en las que se combina de una forma tan bonita los rectángulos y los círculos de las distintas zonas de cocción. Cuando además cuentan con una zona de inducción gigante (es decir, de 32 cm de diámetro) me parecen todavía más llamativas y, en todo caso, muy elegantes.
Creo que los modelos de este tipo son del gusto de la inmensa mayoría de la gente, ya que en el fondo tampoco es que estéticamente exista una gran diferencia respecto a las placas “normales”. Hay, eso sí, un plus de elegancia.
En todo caso y más allá del diseño, lo más importante de ellas es que dispongan de todas las funcionalidades. Y no es nada novedoso: si el modelo tiene un diseño especial… probablemente se dará también el que tenga buenas funciones. Y esas son irrenunciables: velocidad de calentamiento de los recipientes, facilidad de control, muchos niveles de temperatura, poco consumo y, sobre todo (esto tendría que ser imprescindible cada vez que compráramos cualquier electrodoméstico pero muy especialmente para aquellos que basan su funcionamiento en el calor), la seguridad. Afortunadamente la mayoría de las placas de inducción, al margen de su diseño, cuentan en mayor o menor medida con estas funciones, y la seguridad suele estar siempre en cabeza sea el modelo de la gama que sea.
Placas de inducción llamativas
Y aquí viene cuando pasamos, directamente, a las placas con estéticas directamente especiales. Como por ejemplo la IB 6315 de Teka, que parece emular el estilo de los relojes electrónicos. La clave es que no tiene el círculo que normalmente rodea a las zonas de cocción.
El modelo de DeDietrich es verdaderamente marciano. De hecho, para los que hayáis visto la película de ciencia ficción Tron es posible que os la recuerde vivamente. ¡Yo la veo y no puedo evitarlo! Pero lo mejor de este modelo es que es de inducción total. Es decir, que toda la placa es, como si dijéramos, una inmensa zona de cocción dentro de la cual es posible mover los recipientes que ya están en marcha y en pleno proceso de calentamiento. La placa “copia y pega” los parámetros de tamaño, temperatura, etc. que estaba manejando en un recipiente y los pasa a la zona a la que se traslade.
Ahora bien, si hablamos de placas raras (y muy bonitas) probablemente se lleve la palma la placa-colmena de Kuppersbuch. Supermoderna y, a la vez, más biológica imposible.