Hoy me he levantado trascendental. Y muy milenaria. Bueno, la verdad es que no. Pero he ojeado una revista en la que se mencionaba muy de pasada el Feng Shui y me he dado cuenta de que domino muy poco esta materia, así que me han entrado ganas de dar cuatro pinceladas muy generales. No pretendo dar ninguna lección, sino más bien aprender algo. Y ya si de paso sacáis un poquito de info que os pueda interesar para la aplicación en vuestras cocinas… pues mejor que mejor.
Energías del universo. Lo importante no es lo material
Vamos a empezar por responder a la pregunta que quizá algunos sepan responder, pero estoy segura de que no todos podrán. ¿Qué es eso del Feng Shui? De entrada, sepamos que es chino, y que significa “tierra y cielo”. Este arte milenario que hunde sus raíces en el confucianismo y el taoísmo parece ser que nació, según todos los indicios, a orillas del Río Amarillo hace más de 4.000 años. Era aquella una región particularmente ventosa, y entre el viento y las crecidas del río, los habitantes de la misma sentían preocupaciones más que razonables. ¿Y qué hicieron? Pues desarrollar ciertas defensas, ¡qué menos! El Feng Shui empieza partiendo de una premisa, que es el reconocimiento de lo… poca cosa que somos. Inmersos en el universo, no somos más que una parte infinitesimal de éste. Pero a la vez, toooodo lo que en él suceda, nos repercute en mayor o menor medida a través de la energía que este desprende. Todo. También en nuestra forma de pensar y en las cosas que podamos sentir.
Y dentro de ese estado en el que continuamente nos afecta todo, pues lo mejor parece intentar estar en armonía con todo. Yo diría que parece bastante lógico, ¿no? Pues sí. Y esa armonía se debe buscar, es obvio, en todos los ámbitos de la vida. Nuestra casa es uno de ellos (¡y de los más importantes!) por lo que necesita de una disciplina concreta que nos indique cuál es la mejor manera de distribuir los muebles y los distintos componentes de modo que exista una compensación de las energías, un diseño del interior que nos ayude a estar en armonía con un universo al que estamos absolutamente conectados. Esa disciplina se llama Feng Shui.
Energía positiva para tu hogar… y para tu cocina
La cocina es considerada desde el punto de vista del Feng Shui (y no sólo desde su punto de vista, vaya) un lugar en el que se dan la mano el encuentro de las personas y su creatividad. Así que lo que esta disciplina busca es favorecer ambas cosas. Veamos algunas de las premisas. Pero os aviso: que no os pase como a mí. Que he leído algunas de ellas y como no las cumplo me he empezado a estresar. De eso nada. ¡Ante todo paz y armonía!
Empecemos por el principio: la puerta. Nada de estar en frente de la del baño o de cara a la de la entrada de casa. Y a poder ser, la cocina tiene que estar orientada hacia el sur.
La luz, si es natural, mejor. Y si no, cuando nos ocupemos de las lámparas tenemos que pensar en que su iluminación tiene que envolverlo todo.
Más cosas, porque es lo que todo lo envuelve: el color. Preferentemente, los colores deben ser claros y, en todo caso, terrosos del tipo de la arcilla, crema o beige. Las tonalidades de amarillo también pueden ser una excelente opción. Y como ya os imaginabais, nada de colores chillones, aunque sí que puede haber pequeños toques de rojo, naranja y (esto me ha pillado fuera de juego, lo reconozco) mucho cuidado con el azul, porque es agua. Y el agua acaba con el fuego. Perdón, que todavía no habíamos hecho las presentaciones de agua y fuego.
Allá van las presentaciones. En la cocina, los electrodomésticos más importantes podrían dividirse en agua y fuego. Fuego serían el horno, las zonas de cocción (vitro, placa de inducción o cocina de gas) y el micro, pero lavavajillas, lavadora y frigo serían agua. Ok, pues cada cual en su grupo y nada de mezclarlos. Electrodomésticos de fuego con electrodomésticos de fuego e ídem con el agua. Y si puede ser, tampoco enfrentados. Si eso no es posible por la disposición o el espacio de la cocina, intentemos separarlos… simbólicamente. Ponemos en medio un jarrón de cerámica o una tabla de madera para cortar embutido y bueno, algo habremos solucionado.
En fin… ¿qué tal? ¿Cumplís con los preceptos? Espero que con algunos sí, ¡que el universo no es cosa de broma!